El principal factor que interviene en los siniestros de tráfico, es el factor humano. Está presente en la mayoría de ellos.

Para comenzar, es el conductor quien decide generalmente comprarse o no un vehículo, mantenerlo en buen o mal estado, viajar con mal tiempo o quedarse en casa, o conducir “con estilo” o con poca educación, pero en el caso del ambiente laboral el conductor se ve sometido a un escenario donde una serie de factores externos a su elección pueden tener una incidencia directa en el aumento de la probabilidad de accidente.

Cuando sucede algo que no es previsible tendemos a catalogarlo de “accidente”, pero la realidad es que muy pocos “siniestros de circulación” son absolutamente “accidentales”.

Vamos a ver los principales factores de riesgo asociados al factor humano en el ambiente laboral (el estado de salud, la atención, la fatiga, el sueño, el estrés, la agresividad, las emociones, la edad, el alcohol, drogas, medicamentos.

El estado de salud

Determinadas enfermedades suponen un peligro para la seguridad en el tráfico. Para conseguir el permiso de conducción se deben reunir las condiciones psicofísicas precisas para conducir de forma segura. Estas condiciones deben mantenenerse mientras se mantenga el permiso de conducir en activo.

Por su parte, el empresario debe facilitar a los trabajadores la vigilancia periódica de su estado de salud en función de los peligros inherentes al puesto de trabajo. La realización del reconocimiento correspondiente será indispensable para valorar los efectos de las condiciones de trabajo sobre la salud de los trabajadores o bien para contrastar si el estado de salud del trabajador puede suponer un riesgo para él mismo, para el resto trabajadores o para otras personas.

La vigilancia de la salud del trabajador permite registrar los cambios en sus condiciones psicofísicas y valorar los factores que suponen un peligro debido a la pérdida en la destreza para conducir. Los servicios de Salud Laboral juegan un papel esencial para prevenir los accidentes de tráfico, ya que una adecuada protección de la salud incidirá de manera directa en la mejora de la seguridad vial en la empresa.

La atención

Conduciendo, se efectúan multitud de acciones supuestamente insignificantes dentro del vehículo, como fumar, sintonizar la radio, buscar algo en la guantera, charlar con otros ocupantes, o preguntar determinado tipo de datos, etc… En definitiva, acciones que suponen separar la vista de la carretera o bien descentrarnos de la labor de conducir.

Además, también puede descentrarnos de la conducción lo que pasa en el exterior del vehículo, como el paisaje e incluso, la propia organización del trabajo y la carga mental que conlleva. Estos elementos pueden predisponernos a desviar nuestra concentración en la conducción. La monotonía de la actividad a realizar en el puesto de trabajo también puedo hacer bajar el nivel de alarma. Muchos conductores profesionales pasan muchas horas solos, realizando actividades rutinarias especialmente los conductores de largo recorrido.

Síntesis de las principales fuentes de distracción:

  • Empleo del móvil y navegadores GPS. Diferentes estudios apuntan que tras tres minutos de charlar por el móvil (aun con manos libres) el conductor no percibe el cuarenta por ciento de las señales, su velocidad media baja un doce por ciento , el ritmo cardiaco se acelera de forma brusca a lo largo de la llamada, y se tarda más en reaccionar. El empleo de móviles mientras que se conduce, incluso cuando se empleen dispositivos de manos libres, multiplica por 4 el peligro de padecer un accidente.
  • Manipulación en la radio-cd. Distraer la atención y la mirada en buscar una sintonía de radio, una canción del cd, etcétera, puede provocar un accidente de tráfico.
  • Temperatura dentro del vehículo. Altas temperaturas dentro del vehículo pueden generar falta de reflejos y vigilancia en la conducción, como somnolencia.
  • Excesiva concentración de señales en las vías. Cuando la atención se concentra en múltiples señales al unísono, y en pequeños períodos de tiempo, puede dar sitio a fallos, como a la aparición más temprana de la fatiga.
  • Otras pérdidas comunes de atención. Encender/Apagar un cigarro, buscar algo en la guantera, preguntar papeles, charlar con otros ocupantes, etcétera, suponen separar la vista de la carretera o bien descentrarnos de la conducción.

La fatiga

La aparición de la fatiga a lo largo de la conducción provoca problemas en la concentración, cansancio cervical, picor de ojos que alargan los tiempos de reacción y logran que se generen más fallos en la estimación de velocidades y distancias aumentando consecuentemente los riesgos de accidente.

Las jornadas de trabajo demasiado largas son perjudiciales para una conducción segura dónde los efectos de la fatiga aparecen visiblemente cuando se aproxima el final de la jornada laboral.

Consejos básicos para su prevención:

  • Trabajar con previsión y anticipación, eludiendo los márgenes de tiempo ajustados y las siguientes prisas en la conducción, éstas son las que acostumbran a desembocar en fatiga.
  • Respetar el horario mínimo de descanso a lo largo de y entre las jornadas laborales que establezca la compañía en aplicación de la reglamentación vigente y al  acuerdo subscrito con la representación de los trabajadores.
  • En viajes largos parar cada dos horas o bien doscientos km., hacer estiramientos y también hidratarse con agua, jugos o refrescos.
  • Adoptar una postura adecuada a lo largo de la conducción.

El sueño

Indudablemente éste es el autor de muchos accidentes de circulación relacionados con la actividad laboral. La somnolencia excesiva es una grave causa interna de distracción en la conducción y se asocia a un diez por ciento de la población adulta.

El sueño asociado a la conducción afecta en la capacidad de reacción, la percepción de las señales, de las distancias, de los sonidos y del tiempo, reduciendo nuestra agudeza visual y trastornando el estado anímico.

Consejos básicos para su prevención:

  • Haber descansado suficientemente ya antes de ponerse al volante.
  • Parar cada dos horas o bien doscientos km.
  • Ventilar el habitáculo.
  • No comer de forma abundante.
  • No tomar alcohol ni fármacos desaconsejados para la conducción.
  • Eludir música relajante.
  • No se puede combatir contra el sueño, la única solución es parar a dormir.

Síndrome de la Apnea y también Hipoapnea del Sueño (SAHS)

Se trata de una enfermedad que impide a quien la sufre ahondar en el sueño debido a pequeñas obstrucciones de la vía aérea superior mientras que se duerme, lo que impide descansar adecuadamente.

Esto produce cansancio, somnolencia, falta de concentración, incremento del tiempo de reacción y la aparición de “microsueños”, en los que a lo largo de unos segundos se puede perder la consciencia, con el riesgo evidente sobre la conducción.

En el caso de apreciar alguno de estos síntomas, debe preguntar con su médico. Es una enfermedad que requiere tratamiento, solo de esta manera se puede restituir la respiración uniforme a lo largo del sueño y reposar de noche adecuadamente.

El estrés

Es uno de los grandes inconvenientes de las sociedades modernas. La conducción bajo agobio tiene generalmente consecuencias negativas. Una sensación extendida en nuestros días es que el tiempo dedicado a los desplazamientos se aprecia como una pérdida de tiempo, con lo que se aumenta la velocidad. Esta prisa excesiva, en muchas ocasiones condicionada por una equivocada organización del trabajo, acarrea un aumento del peligro.

El conductor agobiado comprende que el resto de usuarios son un incordio que impide una circulación más veloz, lo que le lleva a cometer imprudencias e inclusive a efectuar una conducción imprudente, transmitiendo mayor intolerancia y agresividad frente al resto de conductores.

El agobio lleva asociado diferentes fases en las que se pasa de un estado de alarma, en el que pueden aparecer la agresividad, una actitud competitiva, la conducción imprudente y la ofensa a la señalización, hasta la fase de agotamiento tras la aceleración del ritmo cardiaco debido a las acciones precedentes, con la consecuente reducción de la atención y concentración a lo largo de la conducción.

Consejos básicos para su prevención:

  • Programar los desplazamientos con cierta antelación y no ajustarse a una hora rigurosa de llegada o bien salida.
  • Efectuar una adecuada administración de la carga de trabajo.
  • Eludir atascos y buscar dentro de lo posible vías de poca densidad de circulación.
  • Comprender que hay factores externos bastante difíciles de supervisar, como el nivel de tráfico o bien las esperas en los puntos de recogida o bien entrega, con lo que deben asumirse las retardas como una parte del trabajo.
  • En el caso de estar demasiado inquieto, estacionar el vehículo un instante, relajarse y meditar sobre los peligros que se aceptan en esta situación.

La agresividad

Es uno de los comportamientos humanos que más caracterizan a los conductores al volante. Uno de cada 3 accidentes en la ciudad se debe a la agresividad y a la competición que en ocasiones se establece entre conductores, tanto es así, que buena parte de los altercados con violencia física se debe a discusiones entre automovilistas motivadas por el propio tráfico vial. Son datos que mueven a la reflexión, y prueban que, a poco que controlemos nuestras actitudes al volante, nos ahorraríamos accidentes, contiendas y malos ratos.

El tráfico y el ambiente laboral producen una serie de circunstancias tales como: tensión, soledad, aburrimiento de horas al volante, comportamientos inadmisibles, sensación de fortaleza y también impunidad que transmite el “caparazón” del vehículo, etc…, que liberan agresividades que pueden no manifestarse fuera del vehículo. Además de lo indicado, el hecho de no poder charlar con los conductores que nos han enfadado, contribuye a generar tensión.

Las emociones

Los diferentes estados sensibles pueden ser factores influyentes en la seguridad del tráfico, puesto que tienen un reflejo directo en el estilo de conducción.

Ser inteligente emotivamente en la conducción es saber administrar las emociones para no dejarnos arrastrar por ellas cuando estas afectan de manera negativa a nuestra seguridad.

La edad

Proporcionalmente, teniendo presente su representatividad en la población, los jóvenes de dieciocho a veinticuatro años son los que tienen más accidentes de tráfico. La juventud y también inexperiencia de muchos de estos conductores hace que aumenten los peligros en los que incurren y las estadísticas prueban que los varones jóvenes son potencialmente los más propensos a este tipo de riesgos.

Ciertas peculiaridades comunes a los jóvenes y que influyen en su estilo de conducción son:

  • La propia personalidad del individuo no está todavía totalmente desarrollada, y a veces halla en el vehículo la manera de lograr una compensación.
  • Ciertos jóvenes, eminentemente varones, tienden a sobrevalorar su habilidad al volante.

Los trabajadores más veteranos, debido a la pérdida de capacidades psicofísicas propias de la edad, son asimismo más propensos a padecer un accidente de tráfico.

El noventa por ciento de la información precisa para conducir es de carácter visual, y las estadísticas de los oculistas prueban que la capacidad visual se reduce como media un treinta por ciento entre los treinta y los sesenta y cinco años, con lo que se reduce el campo visual, se calculan peor las distancias y hay una mayor facilidad para el deslumbramiento nocturno. A través de diferentes estudios se ha comprobado que cada trece años de envejecimiento de un individuo, es preciso el doble de iluminación para provocar exactamente la misma sensación lumínica.

Asimismo con la edad se generan defectos de audición, con dificultad para discriminar y encontrar sonidos, sobre todo de los tonos altos, lo que produce una pérdida de información esencial en la conducción.

La vigilancia de la salud del trabajador cobra una importancia para estos trabajadores veteranos y evitar que mengue su destreza para conducir.

La tolerancia de las personas de más edad al agobio que provoca el tráfico es asimismo menor, con lo que son más propensos a cometer fallos bajo condiciones de presión.

El alcohol

Los efectos que genera el alcohol en la conducción son muchos: desde una menor capacidad de concentración, un aumento del tiempo de reacción, una peor estimación del peligro y de las distintas situaciones de la circulación, somnolencia, percepción de la velocidad menor que la real, atención dividida, alegría, etc… Todos estos efectos resultan muy peligrosos en el momento de manejar un vehículo.

Por lo indicado anteriormente el consumo de alcohol es incompatible con la conducción. La única tasa para conducir seguro es “0,0”. En el caso de tomar algo de alcohol debe hacerse en medio de la comida y sin prisas, a fin de que el organismo tenga tiempo para su metabolización.

No hay producto o bien antídoto casero que suprima los efectos del alcohol. Se puede dar un paseo, tomar agua y dejar pasar todo el tiempo que haga falta antes de coger el vehículo. El hígado suprime a un ritmo incesante entre 0,1 y 0,2 gr/l. por hora.

Drogas

Existe un gran número de drogas de muy diversa índole y substancias con diferentes efectos físicos, psí-quicos y sociales, y con diferentes peligros asociados. Cuando dichas sustancias se hallan en nuestro organismo, se dirigen por medio de la sangre a nuestro cerebro y alteran su comportamiento.

Su consumo frecuente produce dos géneros de procesos:

  • Por una parte, “tolerancia”: conforme el organismo se va adaptando a una determinada substancia, se precisa consumir una mayor cantidad para conseguir los mismos efectos.
  • Por otro, “dependencia”: la persona precisa consumir la substancia de que se trate para no probar los síntomas de abstinencia (dependencia física) y poder encarar su vida rutinaria (dependencia sicológica).

En el treinta y ocho por ciento de los accidentes que ocurren en las carreteras españolas están presentes el alcohol y las drogas. El consumo de estas substancias puede generar una falsa sensación de control, de minoración de la fatiga y de minoración del sueño tal y como hemos indicado. El éxtasis por poner un ejemplo afecta de forma directa a la percepción y atención en el momento de conducir, al tiempo que las anfetaminas generan hiperactividad, minoración de sensación de fatiga y elevan el exceso de confianza, con lo que resultan muy perjudiciales para la conducción.

Medicamentos

Si bien en la mayor parte de las ocasiones los efectos positivos de los medicamentos nos favorecen, debemos leer pausadamente el prospecto para conocer la posible repercusión que ejercitan los mismos sobre las condiciones psicofísicas del conductor. Los fármacos que pueden reducir la capacidad para conducir o bien manejar maquinaria peligrosa, llevan una advertencia a este respecto en los envases.

Existen fármacos en especial susceptibles de poder interferir de forma negativa en la conducción, como son los tratamientos para el insomnio, aquellos relacionados con las perturbaciones psiquiátricas, los antiestamínicos, los calmantes, y los estimulantes. En estos casos debe extremarse la cautela y preguntar a un especialista la posibilidad de compaginar su administración con la conducción.

En el caso de que el trabajador esté tomando un fármaco que pueda reducir la capacidad para conducir, debe informar sobre este hecho a la persona encargada de la prevención o bien a su superior jerárquico en la compañía.

La mezcla de alcohol y fármacos puede trastocar nuestra capacidad de conducir de forma imprevisible.

La velocidad

En el caso de colisión, cuanto más elevada es la velocidad mayor es la gravedad del accidente. Los automóviles modernos han sido diseñados para resguardar a sus ocupantes en pruebas de choque efectuadas a velocidades que fluctúan entre los treinta y los sesenta y cinco Km/h.

Hemos de saber que todo vehículo en movimiento amontona una energía, llamada cinética, que depende del peso y la velocidad. Cuando la velocidad se multiplica por 2, la energía cinética se multiplica por cuatro; si se multiplica por 3, la energía por nueve; y de esta manera y consecutivamente es proporcional al cuadrado de la velocidad.

La velocidad influye de 4 formas en la ocurrencia de accidentes de tráfico:

  • Aumenta la distancia recorrida por el vehículo desde el instante en que el conductor advierte una urgencia hasta el momento en que reacciona.
  • Aumenta la distancia precisa para detener el vehículo desde el instante en que se reacciona frente a una urgencia.
  • La severidad del accidente aumenta exponencialmente con la velocidad de impacto. A cincuenta Km/h el peligro de padecer lesiones graves para un pasajero del asiento delantero es 3 veces mayor que a una velocidad de treinta Km/h.  A sesenta y cinco Km/h el peligro es 5 veces mayor.
  • En choques a gran velocidad se reduce la eficiencia de los dispositivos de seguridad, como por ejemplo, los airbags.

Cuando se habla de los riesgos de la velocidad, no nos referimos solamente a circular sobre el límite tolerado por la vía, lo que es conocido como “exceso de velocidad”, sino más bien al término de “velocidad inadecuada”, o sea, circular no adaptando la velocidad a las distintas circunstancias del tráfico, como su intensidad, el estado de la vía, las condiciones meteorológicas, y el estado del conductor, o bien del vehículo.

Bibliografía: Guía para la prevención de los accidentes de tráfico de la comunidad de Madrid.

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